Miércoles 29 de junio
“No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbe los consumen. […] Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.” (Mateo, 6, 19, 21).
Mañana
Padre, gracias por la mañana que despierta y me llama a alabarte. Abrí mi corazón para encontrarte en mis compañeros de trabajo. Quiero reconocerte y caminar junto a ellos, ser audaz, solidario y creativo en mi gestión, construyendo una pequeña iglesia laboral.
Que no me aferre al poder que me otorga mi trabajo. Por el contrario, dame la fortaleza y grandeza para transferir aquellas responsabilidades que otros en libertad puedan asumir, comprendiendo que no existe una sola forma de llevar adelante la gestión, sino múltiples y variadas, según las originalidades de cada persona.
Que la renta de la empresa sea fruto del ingenio y la chispa creativa, y se sustente en el respeto de tu creación, evitando derrames de petróleo, talas de bosques, migración de aves y efectos invernadero.
Ayudame a escuchar atentamente tu voz en mis intuiciones, en las personas, acontecimientos y circunstancias que tenga que afrontar en este día. Mi tesoro está en tu corazón.
Que espere confiando como niño.
Medio día
Señor, enseñame a vivir y trabajar con la mano puesta en el pulso del tiempo y el oído en tu corazón de padre.
Dame energía para sembrar vida …
que encienda fuego, corra y cante …
que pueda transformar el día …
sacando agua de las piedras …
llevando risas a los tristes …
con garra, fuerza y alegría …
haciendo del trabajo una ofrenda …
y recreándonos con tu pan …
Señor, que sepa escuchar con atención a todas las personas, sin importar su condición, estando abierto no sólo a lo que específicamente me transmitan, sino a sus intereses y modalidades.
¿Me hago tiempo para abrirme en medio de tantas urgencias laborales? ¿Puedo escuchar, sé escuchar? Dame oídos.
Despertá mi sensibilidad para enaltecer y reconocer en otros las tareas bien hechas y que mis palabras se alejen de toda agresividad.
Te pido la paz de tu corazón de padre.
Tarde
En esta tarde en el que el sol se está poniendo, me dirijo María al santuario en donde habitás y actuás. Curá mi temor al dolor, el abandono y a la muerte.
Saná mi niño interior desvalido y melancólico que le cuesta entregarse a los demás en el trajín del trabajo y de la vida.
Llename de tu fecundidad para que mi vida sea un SÍ creador como el tuyo y mis antiguas maneras de pensar no bloqueen mi capacidad de ver con nuevos ojos lo que hoy es viejo.
Te entrego mi lucha de este día como un regalo de amor para mi bien y de aquellos que se doblan, y en especial por ………………….. . Regalale las gracias que necesitan.
Señor, que aprendamos a cuidar el trabajo y nuestro ambiente sin contaminarnos, sin derroches y abusos, sanando nuestra enfermedad ecológica, construyendo un mundo sustentable y confiable. Danos tu salud Señor.