Semana 2 Martes

“… vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes. No devuelvan mal por mal, ni injuria por injuria: al contrario, retribuyan con bendiciones, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición.” (1 Pedro, 3, 8-9).

Mañana

Te bendigo Padre por este día lleno de vitalidad, que con sus mil acordes de energía componen una sinfonía que se eleva como ofrenda.  Quiero cantarte un cántico nuevo y alabarte.

 

Vinculame a quienes trabajan a mi lado, captando con mi corazón sus sentimientos, necesidades y deseos, aprendiendo a escuchar sin prejuicios ni interrupciones. Que descubra los intereses y formas de ser original que cada uno lleva consigo y quiere manifestar. 

 

Que me ame y aprenda a hacerlo en el trabajo. Que sepa poner límites a las exigencias y horarios muchas veces desmedidos. ¡Cuántos miedos, culpas y mandatos se esconden detrás de mi incapacidad para amarme!

 

Llename de alegría, risas y humor, para hacer del trabajo un lugar de encuentro y posibilidades, viendo con ojos nuevos la rutina del trabajo, descubriendo matices que se esconden detrás de las exigencias.

Mediodía

Madre, silencio en este mediodía mi ritmo para escuchar y recibir tu espíritu y así sobrellevar la dureza del día. Llename de las gracias que brotan de tu santuario.

Que no me aburguese y viva cómodo e instalado, adormecido por los bienes materiales y mi ego.

Abrime, desestructurame, para rumiar la vida en mi corazón. 

Quiero estar atento a lo que otros tengan que decirme y puedan cuestionar de la forma como llevo a cabo mi trabajo, muchas veces rígida y culposa.

Dame tu corazón de carne para hacer de mi prójimo personas y no objetos utilitarios de trabajo, dándole un sentido nuevo a los acontecimientos de este día. 

Transformame para que mi trabajo sea un sacramento de tu presencia en medio del mundo.

Tarde

María, el sol se va acostando y mi trabajo finalizando. Vuelvo mi corazón hacia vos buscando en tu santuario la paz que renueve toda mi persona. Que pueda vivir  sin preocuparme por la realización de mis deseos, descansando en tu poder y en tu bondad en medio de las dificultades. 

¿Qué me mostraste hoy que no ví por estar demasiado ensimismado? ¿Te ví en mis apuros, en las tensiones y las disputas? ¿Estabas presente en mi agenda?

Abrí mi corazón para  vivir -al igual que la Santísima Trinidad- en unidad y comunión de tensión creadora, la originalidad de mi vocación y mi aporte solidario, junto a quienes trabajan a mi lado.

Que no me engañe con mis fantasías de éxito y mañana pueda disfrutar del trabajo, donando mi ser y mi entusiasmo. ¡Despertame!

Que todo sea con vos y conmigo. Gracias.

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“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.” (Lucas, 1, 46-48).