Hacia una renovación social – Joan Melé
Vivimos en una época de desigualdad, donde un pequeño porcentaje de la población mundial acumula una inmensa riqueza, mientras que la mayoría se enfrenta a la pobreza. También estamos presenciando una degradación preocupante de nuestro planeta, y Greta Thunberg nos ha recordado esta responsabilidad.
La violencia y la agresividad se incrementan en muchas regiones, y es alarmante que se invierta más en seguridad que en educación. Estamos llegando a una encrucijada y es esencial preguntarnos: ¿por qué, pudiendo hacer el bien, seguimos haciendo el mal o permanecemos indiferentes al sufrimiento ajeno? Es crucial abordar este cuestionamiento.
La separación entre la materia y lo espiritual, que ha sido un proceso progresivo, ha creado una gran herida en el mundo. Esta división nos ha llevado a olvidar el significado profundo de nuestra existencia. Somos seres humanos dotados de capacidades divinas: la capacidad de crear, la capacidad de amar y la capacidad de conocer la verdad. La ciencia y la razón han tenido un papel importante, pero a veces nos han alejado de nuestra verdadera esencia.
Nuestra vocación, nuestro propósito en la vida, debe trascender la mera búsqueda de dinero. No se trata solo de ganarse la vida, sino de contribuir a resolver los problemas del mundo. Cuando creamos empresas, debemos pensar en cómo podemos impactar de manera positiva la sociedad y la tierra. El diálogo y la transparencia son fundamentales en la empresa, y debemos fomentar una cultura de apoyo mutuo en lugar de la competencia interna.
La vida es un proceso de transformación constante, y debemos recordar que la libertad implica responsabilidad. Nuestras acciones afectan a los demás y al mundo que nos rodea. La herida del mundo puede ser sanada si unimos la materia con lo espiritual, si actuamos con amor y si reconectamos con la verdadera dignidad humana. El propósito de la vida es llevar nuestro potencial divino a la realidad, y debemos hacerlo en todos los aspectos de nuestra existencia, incluyendo la vida en la empresa.
Este es un gran desafío, pero es un camino que vale la pena recorrer. Es hora de llevar el arte de vivir como seres humanos al ámbito social y económico, de cuidar mutuamente y de respetar la tierra. Es hora de responder a la llamada, a la vocación de contribuir a un cambio positivo en el mundo. A través del amor, la verdad y la libertad, podemos transformar nuestra vida y nuestro entorno.
Este es el camino que propongo, una vida auténtica, una empresa con un propósito más elevado, un cuidado genuino de la tierra y el desarrollo de la dignidad humana en cada uno de nosotros. Juntos, podemos crear un nuevo arte social de relaciones y de cuidado, y así, sanar la herida del mundo. Agradezco la oportunidad de compartir estas reflexiones y espero que podamos llevarlas a la acción en nuestras vidas y empresas.