Semana 3 Jueves
“Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y pondré fin a su cautiverio.” (Jer 29, 11. 12. 14)
Mañana
Aurora, salmos, cantos … amanece mi vida …
luz … brisa … calma … calma …
respiro … voy a mi interior …. bajo despacio ….
siento mi cuerpo, escucho … escucho … me escucho …
llego al corazón …. me contacto con mis sentimientos … mis voces …
no me aferro … los suelto …. me suelto … me entrego …
Señor, te espero en silencio, confiando… confiando … confiando …
En tus manos encomiendo mi espíritu ……
te escucho …
¡Ven Señor Jesús !
Padre, te alabo con corazón de niño esta mañana en la que venís conmigo a mi trabajo.
Impulsame a salir al encuentro de los hombres. Sé que ellos también salen a mi encuentro. Despertá vida en mí, para que engendre vida y me abra a recibir la vida que ellos también engendren y quieran compartirme y así vincularnos, a pesar del vértigo, las tensiones y el dolor.
No permitas que el peso del trabajo me saque la alegría que trae el comienzo de este día y me arrincone en la mediocridad.
Que siga siendo niño, para vivir con asombro el don de la vida y mi tarea.
Quiero ser levadura de paz y encuentros. Te ofrezco mi trabajo de este día. Transformalo en vida nueva, como tu cuerpo y tu sangre
Medio día
Señor, este mediodía, en el que necesito descansar y renovar mis fuerzas para seguir adelante, te pido me lleves a lo más hondo de mi corazón, en medio de la prisa y las urgencias del día laboral.
Viví en mi trabajo Señor, hacete presente en medio de mis papeles, mis objetivos, las citas, los pensamientos estratégicos, los reclamos de clientes y mis jefes, los desafíos y las frustraciones.
Quiero reanimarme del peso del trabajo, volviendo al manantial que brota de mi santuario laboral, nutriéndome de tu gracia.
Te pido perdón por encerrarme y girar demasiado sobre mí mismo. Dame un corazón abierto y sensible para vencer mis egoísmos y todo lo que consciente o inconscientemente realizo que enturbia mi relación con mis compañeros de trabajo.
Que los apuros del día no me lleven a olvidarme que pocas cosas, o más bien una sola es necesaria y que lo esencial es invisible a los ojos.
Ayudame a reconciliarme con mis sombras, que obstaculizan el encuentro fraterno.
Tarde
Madre, en esta tarde quiero ofrecerte y entregarte en tu santuario, todos los dones de amor que traigo en mi mochila de trabajo, junto a las preocupaciones y tristezas que me pesan. Dales vida.
Tomá en tus manos cuanto llevo conmigo, lo que sobrellevé, los esfuerzos que hice, mi paciencia, mis luchas y cansancio de este día.
También te pido que cobijes a quienes están tristes en el trabajo, a los que tienen angustias y temas que los afligen ….
Tené presente –con tu especial cariño de madre- a los chicos que viven en la calle, a los enfermos terminales, a los tristes, a los que perdieron o no encuentran trabajo, a los que viven en las cárceles, a los discapacitados mentales …
… en una palabra, a todos los que están sufriendo y no son útiles a los ojos del mundo y no encuentran consuelo por no ser valorados.
¿Y yo, me valoro lo suficiente? ¿Valoro a los demás o siempre veo el defecto?
Te entrego todo –lo que veo y lo que se me oculta- como un regalo de amor a la fuente santa de gracias que brota de tu santuario.
Cobijame y llename de las gracias de tu amor.