Un apostol de María desde su trinchera

En una sesión marcada por el testimonio y la acción, Andrés Maiz —empresario y coordinador del proyecto Memorial de la Misericordia en Monterrey— compartió cómo su experiencia personal de conversión se convirtió en impulso para una obra de alcance comunitario, espiritual y social, inspirada en la Virgen María.
Durante la charla, relató el origen y la evolución de un proyecto que busca celebrar, de manera trascendente, dos acontecimientos clave: los 500 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe (2031) y los 2.000 años de la redención de Cristo (2033). Esta visión se concreta en una cruz monumental de 170 metros de altura, con una capilla de adoración eucarística en su centro, visible desde gran parte de la ciudad. Una “cruz viva” pensada como faro espiritual y punto de encuentro para todos, más allá de credos o tradiciones.
El proyecto está vinculado a un trabajo territorial sostenido en la Colonia Independencia de Monterrey, mediante centros comunitarios, talleres de emprendimiento y acciones concretas para fortalecer el tejido social. Andrés enfatizó que esta obra nace de una vocación de servicio y responde a un llamado claro: acercar a Dios a través del trabajo, la empresa y la vida comunitaria. Desde allí, invitó a todos a preguntarse:
- ¿Estoy llevando a Dios a mi entorno laboral y a las personas bajo mi responsabilidad?
- ¿Cómo puedo contribuir a una transformación real desde mi propia trinchera?
- ¿Qué tanto de lo que hago es una inversión espiritual?
Además de los aspectos materiales y organizativos, se destacó el carácter universal de la cruz como símbolo de misericordia, abierta a creyentes de distintas confesiones. La dimensión espiritual del proyecto está acompañada por oración constante, peregrinaciones, y una fuerte misión de evangelización. También se mencionó su conexión con iniciativas como His Way at Work, orientadas a humanizar las empresas desde la fe.
Al finalizar, se abrió un espacio de intercambio grupal y de testimonios entre los participantes, quienes coincidieron en que la charla fue un ejemplo concreto de cómo el compromiso con la fe puede materializarse en obras con impacto real.
La sesión concluyó con una oración al Espíritu Santo, recordando que no hay misión pequeña cuando se emprende con fe, y que cada trinchera, por humilde que parezca, puede ser un espacio de transformación profunda.